1.¿Eres
tímida/antisocial/misántropa? Desde luego, este no es tu trabajo. Una
azafata de cualquier clase está para atender al público, ya sea para intentar
que compres algo, para acercarte un micro en una ponencia o para entregarte un
flyer de información.
Así que, si no te gusta tratar con la gente, lo vas a pasar
mal.
Yo, personalmente, cuando acabo mi jornada laboral, siento
un poco de manía hacia la humanidad. Necesito descansar en soledad de tanta
interacción social, no sé si le pasa a mis compañeras.
2.¿No tienes
paciencia/tienes un “pronto” muy malo? La gente en general es agradable.
Quiero decir, no todo el mundo es Santa Teresa de Calcuta, pero tampoco Hitler.
Un término medio soportable. Sin embargo, puede que se te cruce un espécimen
grosero, y ¿qué puedes hacer tú? NADA. No puedes mandarle a la mierda, por
muchas ganas que tengas. Tienes que guardar las buenas formas y la sonrisa
perenne pase lo que pase. Así que en este trabajo se necesita paciencia y el
famoso “contar hasta 10”.
3. ¿Eres un culo de
sofá? Mal. Una azafata se pasa horas de pie, lo mínimo 4. En mis primeras promociones acababa con la
espalda como un acordeón y los pies hechos papilla, aunque ahora me he hecho
fuerte. No te cuento si hay que llevar tacones, a eso una no se acostumbra
nunca. Yo suelo utilizar bailarinas con un poco de cuña, porque las que son
totalmente planas me destrozan el talón.
Por el bien de tus pies, utiliza unos zapatos de cierta calidad. Se sufre menos.
4. ¿No te gusta que
te juzguen por tu aspecto? Este trabajo es un asco para eso, lo advierto
desde ya. Es una verdad incontestable que aquí tu imagen vale mucho, por eso te
piden fotos y medidas. No en todas las acciones es así, pero en determinados tipos
cuenta mucho lo flaca, lo mona y lo alta que seas. Ni hablemos de tatuajes o piercings visibles,
ni de maquillajes demasiado pronunciados. Cada una se conoce y sabe en qué
perfiles encaja, pero es un poco triste ver lo superficial que es el mundo.
5. ¿No tienes coche? Para
las promociones en centros comerciales, muchas veces la agencia te envía a casa
el material, que a veces es pesado y voluminoso. Por eso, necesitas el carné o
alguien que te lleve en coche. En mi caso, aún no tengo el carné (ser pobre es
lo que tiene, me falta pasta para todo lo que me gustaría hacer), pero tengo un novio y un padre la mar de majos que me llevan a
los sitios sin rechistar.
Además, si tienes coche propio, puedes considerar coger las
famosas promociones en estanco. Cada día te toca un estanco en un pueblo
diferente, cosa que es un rollo, pero al final de mes te llevas un pico
importante. También puedes hacer más fiestas de noche yendo a pueblos, puesto
que las agencias normalmente te pagan el kilometraje.